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miércoles, octubre 15, 2008

Coloso de Rodas

El Coloso de Rodas era una gigantesca estatua del dios griego Helios, erigida en la isla de Rodas, Grecia, en el siglo III a. C. por el escultor Cares de Lindos.

Es considerada como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.

Todo lo que se conoce sobre esta estatua se debe a las noticias que nos han dejado los escritores antiguos Polibio Estrabóny Plinio, y a las crónicas bizantinas de Constantino VII Porfirogéneta, Miguel el Sirio y Filón.

Hecha con placas de bronce sobre un armazón de hierro, la estatua representaba al dios griego del sol, Helios. Su tamaño era de 32 metros de altura y su peso de 70 toneladas aproximadamente, dimensiones similares a las de la Estatua de la Libertad, ubicada en Nueva York, aunque descansaba sobre una plataforma menos elevada.




56 años después de su construcción, en el año 223 a.C. un terremoto derribó la colosal obra. Los habitantes de Rodas decidieron dejar sus restos en el mismo lugar donde cayeron por seguir el designio de un oráculo. Y sí quedaron los restos de la estatua por novecientos años aproximadamente, hasta que en el año 654 d.C. los musulmanes se apoderaron del bronce como botín en una de sus incursiones.

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martes, abril 22, 2008

NARCISO -- NARCISISMO


Narciso, por Caravaggio


En la mitología griega, Narciso era un joven conocido por su gran belleza.

tanto doncellas como muchachos se enamoraban de Narciso a causa de su hermosura, mas él rechazaba sus insinuaciones.

Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y por ello ésta le había condenado a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera.

Eco fue, por tanto, incapaz de hablarle a Narciso de su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando él preguntó «¿Hay alguien aquí?», Eco contenta respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: «¡Ven!». Después de responder: «Ven, ven», Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos.

Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que solo quedó su voz. Para castigar a Narciso, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.

Narcisismo

El narcisismo es la actitud de la persona que siente una admiración exagerada por sus propias cualidades o acciones.
El término proviene de la mitología griega: la leyenda de Narciso
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Sigmund Freud retomó la leyenda para hablar de una etapa temprana de la vida del niño, caracterizada por el amor a sí mismo.





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Me encanta esta historia.


Miniatura del ave Fénix, en un manuscrito antiguo.
El Ave Fénix o Phoenicoperus, como lo conocían los griegos, es un ave mitológica del tamaño de un águila, de plumaje rojo, anaranjado y amarillo incandescente, de fuerte pico y garras.
Según algunos mitos, vivía en una región que comprendía la zona del Oriente Medio y la India, llegando hasta Egipto, en el norte de África.
El mito del Ave Fénix, alimentó varias doctrinas y concepciones religiosas de supervivencia en el Más Allá, pues el Fénix muere para renacer con toda su gloria.
Fue citado por los sacerdotes egipcios de Heliópolis, el griego Heródoto, los escritores latinos Plinio el Viejo, Luciano, Ovidio, Séneca y Claudio Claudiano, o los cristianos Pablo de Tarso, San Epifanio de Salamina y San Ambrosio.
Según la leyenda cristianizada, el ave Fénix vivía en el Jardín del Paraíso, y anidaba en un rosal.
Cuando Adán y Eva fueron expulsados, de la espada del ángel que los desterró surgió una chispa que prendió el nido del Fénix, haciendo que ardieran éste y su inquilino. Por ser la única bestia que se había negado a probar la fruta del paraíso, se le concedieron varios dones, siendo el más destacado la inmortalidad a través de la capacidad de renacer de sus cenizas.
Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de especias y hierbas aromáticas, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer día ardía. El Fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo el mismo ave Fénix, siempre única y eterna. Esto ocurría cada quinientos años.

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