jueves, agosto 30, 2012

Punto de fuga

Señoras que inspeccionan cajas cerradas hace una década.


22-11-94           

Antenas. Dos. Tengo dos antenas. Una a la izquierda, otra a la derecha. Se me enganchan en la ropa. Se me enredan en el pelo, y por el roce tengo ajada mi otrora espléndida y saludable cabellera. Son una molestia terrible. Deambulo como alma en pena por los pasillos del supermercado, sección perfumería y cosmética, leyendo con tedio las etiquetas de productos para el cabello. Champú, acondicionador, champú+acondicionador, serum vitalizador, gel reconstituyente, mascarilla hidronutritiva, hazte las mechas en casa. Claro, lo que me faltaba, mechas. Ya es bastante que me miren de reojo por la calle, que me saluden con falsa naturalidad los vecinos, obviando lo extraño de mi fisonomía. Oh, cómo me gustan esas conversaciones de ascensor.
-Hombree, vecinoo, qué taal. Cómo ha entrado el calor, ¿eh? Qué, ¿al trabajo? Si es que no todos podemos vivir como marqueses, jo jo jo.
Gracias, hombre de Dios, por enmascarar la mezcla de horror y burla que le produzco con una reflexión tan profunda. Adoro la filosofía de descansillo, oh, sí...

Malditos sean, ¿para qué demonios enumeran los ingredientes? Fantástico, este contiene Phenoxyethanol. Oh, y éste otro Cocamide MEA y Polysorbate-85, dioses, cuál elegir.
Al final me dirijo a la caja con los seis que me han gustado por el envase, olor,  color de la etiqueta o sonoridad del nombre. Noto perfectamente cómo las cajeras contienen la risa, y no se me escapa la mirada cómplice cuando me ven llegar con mis fantásticos productos de higiene capilar.

            Creo que voy a raparme al cero.




Pd.: pa' punto de fuga el que nos vamos a tener que meter algunos, al paso que vamos...

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lunes, agosto 27, 2012

All we gotta Do, Hugh

Hola, blog.
Te tenemos completamente abandonado.
El tiempo corre más que los gatos callejeros. Y aquí las administradoras apenas si atinamos a no despeinarnos... yo hasta he pensado en llevar peluca. Pero dan mucho calor. Ya veremos.

No voy a hacer propósito de enmienda y decir que voy a recuperar esto, y publicar regularmente, y bla, bla, bla, pero me alegra saludar (además, estoy tan hecha a vivir sola y hablar con los muebles que no se me hace raro escribirle a un hipotético lector desde el limbo. Qué demonios, ¡me mola!).


Y como no me gusta pasar sin dejar un obsequio, ¡cojámonos de la mano y cantemos todos!

Feliz septiembre, agarraos las enaguas que vienen curvas.



Pd.: más razón que un santo, este...

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