Hace un par de días el mundo desarrollado celebró uno de tantos lamentables aniversarios.
Tú metes en Google chernobyl y Wikipedia, aséptica ella, te cuenta que:
"En 1982, se produjo una fusión parcial de la base en el reactor Nº1 de la planta. Debido a la política secreta de la Unión Soviética, el grado del accidente no fue hecho público hasta años más tarde. El reactor fue reparado y puesto nuevamente en servicio al cabo de unos meses.
El 26 de abril de 1986, se produjo el desastre en el reactor Nº4. Consecuentemente, el reactor Nº4 fue destruido totalmente y fue aislado con un sarcófago de hormigón para prevenir el escape adicional de la radiación. La población de áreas próximas fue evacuada. Las grandes áreas dentro de Europa se contaminaron con la radiación y diversas clases de cáncer han sufrido un importante incremento en los países de Ucrania y de Bielorrusia, que recibieron la cantidad más grande de la contaminación radiactiva. La construcción de un nuevo sarcófago para el reactor Nº4 está en curso.
En 1991, durante una parada programada, un fuego explotó en una de las turbinas que pertenecían al reactor Nº2 que había causado daño severo al edificio del reactor. Desde entonces el reactor Nº2 no fue vuelto a poner en servicio debido a la severidad del daño."
La cantidad de radiactividad liberada al ambiente fue 200 veces mayor a la que dispersaron las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
El 26 de abril de 1986, cuando se hizo incontrolable la reacción en cadena que hizo explotar el bloque 4 de la central nuclear de Chernobyl, Ucrania, en la desaparecida Unión Soviética, nadie en Europa sospecharía sobre la trascendencia de lo ocurrido allí. El gobierno Soviético ocultó el accidente y censuró la información, pero no así la nube radiactiva. Dos días después se registró en Suecia un incremento de la radiactividad en el aire. En toda Escandinavia los valores eran anormalmente altos. Luego, otras naciones europeas se sumaron a la alarma desatada. El viento había dispersado las partículas radiactivas desde Chernobyl hacia el resto del norte de Ucrania, luego a Bielorrusia, al oeste de Rusia y finalmente hacia gran parte de Europa Occidental. Se había producido el mayor desastre tecnológico de la historia de la humanidad en una instalación para el uso pacífico de la energía atómica. El miedo se instaló en el viejo continente y permaneció durante mucho tiempo, a pesar de las tranquilizantes invocaciones posteriores de los científicos. Del reactor y pueblos vecinos sólo quedó ruinas, desolación y víctimas, como símbolo de la arrogancia, la negligencia, la falsificación y las mentiras de un sistema político-social que se desmoronaba. La violación a los principios bioéticos universales fue masiva e inexcusable y la dignidad de la persona humana se supeditó a los intereses del partido. Hoy se sabe que 500 millones de europeos fueron rociados con lluvia radiactiva.
Yo tenía 11 años y era impresionable. Ya entonces circulaban por mi casa las revistas de Greenpeace y mi cabézula en crecimiento se bebió toda la historia durante los años siguientes.
Y ese mismo '86 salía ésto:
FICHA TÉCNICA
Título original: When the wind blows
Director: Jimmy T. Murakami
Producción: John Coates (Gran Bretaña, 1986)
Guión: Raymond Briggs, basado en su novela homónima
Duración: 86 minutos.
Cuando el viento sopla es una película atípica, arriesgada y valiente. No sólo por la brutalidad con qué expone un tema tan delicado y comprometido como el de la guerra nuclear y la explosión de la bomba atómica, sino también por el hecho de tratarse de una producción de dibujos animados. Esta aparente contradicción es utilizada por el director Jimmy T. Murakami y el guionista Raymond Briggs, autor de la obra original en qué se basa la historia, para dar a la película su sentido último y definitivo: los dibujos y el diseño de los personajes, deliberadente estilizados e irreales pero simpáticos en todo momento, contrastan con el realismo y la contundencia de la historia explicada. Del mismo modo, la amabilidad de Jim y Hilda Bloggs se convierte, a medida que adelanta la narración, en una irritante ingenuidad, su sencillez y su buena fe derivan hacia un optimismo grotesco y casi surrealista. Y es que las apariencias engañan: la vida feliz y tranquila de la pareja se va descomponiendo poco a poco, literal y metafóricamente. La bomba atómica no sólo arrassa la zona dónde viven, destruyendo todo su mundo, sino que pone de manifiesto la inconsistencia de su fe en el progreso, la absurdidad de su confianza en un gobierno que no ha movido ni un dedo para evitar la catástrofe. Murakami y Briggs van mucho más allá de una simple crítica al horror de la guerra y a la utilización de la energía nuclear y atómica, construyendo una brillante parábola del fin del mundo.
Desde este punto de vista, el matrimonio protagonista trascende los rasgos más o menos tópicos que les caracterizan - la obsesión típicamente inglesa por tomar el te, el patriotismo, los recuerdos románticos de la segunda guerra mundial - para constituirse en una metáfora de la pasividad y la despreocupación de la sociedad frente a algunos de los principales problemas del mundo contemporáneo. Jim y Hilda no se plantean en ningún momento los oscuros intereses y motivaciones que en aras del progreso han llevado a su país a la situación actual, ni cestionan el papel y la actuación de sus dirigentes políticos, como si la guerra fuera un mal inevitable. Durante la construcción del refugio nuclear, la única preocupación de Jim son las diferencias entre el folleto del gobierno y el folleto municipal; Hilda, en cambio, pocos minutos antes del inicio de la guerra sólo piensa en fregar los platos. Tras la explosión de la bomba, convertidos en meras caricaturas de dos seres humanos, no pueden hacer otra cosa que mantener todas las rutinas establecidas en el mundo anterior a la guerra nuclear (tomar el té, salir al jardín, limpiar el polvo). La rutina es el verdadero motor de la acción, una acción deliberadamente monótona y teñida de un pesimismo que en determinados momentos llega a agredir al espectador: incluso ante las puertas de una muerte espantosa, los dos personajes son incapaces de abrir los ojos: siguen viviendo la mentida que han vivido toda su vida, una mentida que ha llevado al mundo a la tercera guerra mundial y a la destrucción.
Una historia real... en dibujos animados
La historia de Cuando el viento sopla se habría podido filmar más fácilmente con personas de carne y hueso: la práctica totalidad de la acción tiene lugar en la casa del matrimonio, en una zona rural alejada de las grandes ciudades. Pero la paradoja que se establece entre la crudeza de los acontecimientos relatados y la utilización de unos dibujos animados de carácter prácticamente naïf, juega en beneficio de la película, dotándola de una atmósfera opresiva y angustiosa que sería imposible de conseguir con imágenes reales.
Jimmy T. Murakami y Raymond Briggs hacen añicos el tópico que no se pueden hacer películas de dibujos animados destinadas al público adulto (o, en todo caso, pensadas tanto para el público más joven como para el público adulto). Director y guionista, en una opción arriesgada pero absolutamente coherente con sus anteriores obras y creaciones (Murakami como personalidad destacada en el campo de la animación de vanguardia y Briggs como escritor y dibujante de literatura infantil), no ahorraron esfuerzos ni recursos: la producción y realización del film fue larga y complicada e implicó la participación de un enorme equipo técnico, que se encargó de dibujar a mano las cerca de 200.000 imágenes necesarias para la película. Murakami utilizó técnicas de animación decididamente revolucionarias, que serían adoptadas después en otras producciones. Para dotar a los escenarios de la acción de una cierta perspectiva, hizo construir maquetas en tres dimensiones de la casa dónde transcurre la acción, con paredes desmontables. Estas maquetas fueron filmadas con una càmara especial mediante la técnica llamda stop-motion (fotograma a fotograma), que permitió el seguimiento, enquadramiento y panoramización de los interiores en complicados movimientos de camara, poco habituales en las películas de dibujos animados. Después, los dibujos realizados a mano fueron transformados en diapositivas y proyectados sobre las imágenes obtenidas de la filmación de las maquetas. Este proceso fue filmado de nuevo con una càmara, obteneniendo así las imágenes definitivas. Algunos de los solistas y grupos de pop y rock más destacados del momento (David Bowie, Roger Waters, Pink Floyd, Génesis) se encargaron de la banda sonora, y los prestigiosos actores John Mijos y Peggy Ascroft (Fernando Rey y Irene Gutiérrez Caba en la versión española del film) pusieron su prodigiosa voz al servicio del matrimonio protagonista.
2 comentarios:
Interesante two in one, son temas que me han tenido y aun me tienen pillada.
Bestiales desastres los dos, no hace mucho visioné un documental sobre lo de chernobyl, la hostia puta, la que se lió allí, hoy en día aun se deja sentir la radioactividad.
Tb me tragué otro en el que participaban los pilotos que descargaron las atómicas, no pude terminar de verlo tanto horror me deja mal.
Todo esto me lleva a pensar una vez más lo afortunada que soy llevando este tipo de vida y en esta Murcia que hermosa eres una vez más.
Meto otro post, ideas in chains again.
Por cierto voy a poner a bajar la peli, la del muro está tb en marcha.
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