Curiosa historia que venía el otro día en La Verdad, de todo hay en este mundo y como soy hija adoptiva del Condado de Yorkshire, pues ahí va la historia de mi vecino.
Podría decirse que es un patriota. Se llama Simon Brown, tiene 31
años y es uno más en la lista de héroes que la guerra de Irak está dejando en las filas del Ejército británico.
Brown, natural de Yorkshire, acudió a filas nada más cumplir los 18 años. Sabía de mecánica y se encargaba de los vehículos que acompañan a las tropas en sus despliegues. Sirvió primero en Bosnia y más tarde fue destinado a Irak.
En diciembre de 2006, la unidad a la que pertenecía entró en combate en la provincia de Basora y uno de los blindados británicos se quedó bloqueado en mitad del campo de batalla con seis soldados dentro. El cabo no se lo pensó dos veces y acudió al rescate de sus compañeros. Brown regresaba a su posición tras haber puesto a salvo al vehículo y a sus ocupantes cuando la bala de un francotirador iraquí le atravesó la cabeza de lado a lado. Los médicos no se explican cómo logró sobrevivir: el proyectil, además de hacerle perder el ojo izquierdo y dejarle con menos de un 10% de visión en el derecho, le destrozó media cabeza, incluidos el paladar y la mandíbula. Durante estos últimos años los cirujanos han reconstruido a golpe de bisturí la desfigurada cara del cabo, que ha pasado más de cien horas en el quirófano. Brown ha conocido de primera mano el infierno, pero dice que no se arrepiente de nada, que volvería a hacer lo mismo. Sin embargo, la bandera que se ha hecho grabar en el ojo de cristal, el que sustituye al que perdió en Irak, deja en el observador un poso de desasosiego, difícil de ahuyentar por muchas palabras que se pronuncien.
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